Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman
Escalandrum + Marty Friedman

Escalandrum + Marty Friedman

Reseña y fotografía por Eduardo Cesario

Escalandrum, la banda argentina que despunta un pulido jazz urbano mixturado con el Nuevo Tango de Ástor Piazzolla, se presentó junto a virtuoso guitarrista Marty Friedman (Cacophony, Megadeth) para rendir un histórico homenaje al legado del Maestro Piazzolla en la Usina del Arte.

El concierto se inicia como una sólida propuesta de jazzera sumada al tango de la factura más moderna a cargo del sexteto comandado por el nieto del célebre Astor, Pipi Piazzolla.

Los Escalandrum marchan como un reloj perfecto, un metrónomo celestial les baja un beat impecable: ellos arrancan y ponen la maquinaria en movimiento. Luego de un tema en sexteto, se suma Marty, una estampa directamente venida del rock, del heavy metal, transplantada en un ensamble jazz-fusión-metal, por momentos digno del rock progresivo.

La convivencia es un éxito, ninguno resigna cartel ni sonoridad: la música transcurre en un ir y venir entre protagonismos compartidos, donde sin lugar a dudas Friedman se lleva un poco el show: frasea, hace solos, gesticula y saluda al público, sonríe entre notas intrincadas, veloces, que tuvieron que ser craneadas y adaptadas a una música piazzollesca en poco más de una semana y media.

Hay química y admiración mutua entre el sexteto de músicos locales y el guitarrista. Marty no duda un segundo y ataca con virtuosismo y calidad… me hacen recordar a Metallica tocando con la sinfónica, en algún lugar conectan profundamente, pero por momentos se ven como dos actos independientes que hablan el mismo idioma, la música de Piazzolla.

El show se pasea y coquetea con el Maestro Ástor: “Primavera”, “Tanguedia”, “Vayamos al Diablo”, “Escualo”… sigue un pequeño set solista de Marty Friedman… continúa la música de Piazzolla con “Buenos Aires Hora Cero”, “Oblivion”, “Adios Nonino”… otra pausa para escuchar “Undertow” de la última placa de Marty “Inferno”, y un grandísimo finale con “Libertango”… A esta altura la Usina explota literalmente en ovaciones, el público se agolpa sobre el escenario…

Ástor seguramente bendice desde el cielo, su música se mantiene viva, quizás más viva que nunca cuando una impensada formación que convivió en la Usina del Arte, llevó la magia del tango más desafiante al público del heavy metal.


Lugar: La Usina del Arte | Fecha: 30/3/2015